El sábado anterior estuve con Perla y Jimena de 3 y 4 años respectivamente, ellas dos son hijas de una artesana mazahua que vende sus bordados. Mientras su mamá acomodaba su mercancía, su bebé y dos hijas mayores. Jimena se acercó a preguntarme: -¿Dónde está tu mamá? ¿Qué haces?. Le dije que mi mamá estaba en su casa y yo dibujaba... comenzó a tomar mis pinceles y le pregunté si quería ella dibujar. De pronto Perla también se unió y dijo que le gustaban mis "moshcosh"... (en realidad yo estaba tratando de dibujar un colibrí...jeje)
Estuvimos un buen rato juntas... me maravilla que con sus pequeñas manos tengan menos temor de usar el pincel y también que siga siendo tan atractivo para una niña o niño pintar, usar tinta, mancharse.
Se fueron finalmente y casi enseguida se acercó otra niña con su abuela un poco más grande, Juliana de 6 años su familia estaba esperando la camioneta con el valet parking. Igual le pregunté si quería dibujar y con el mismo contento de Perla y Jimena se pusó a pintar...llegó su papá y su hermano Matias que se quedó con las ganas de también unirse porque ya no tenían tiempo.
Me quedé pensando en la gran diferencia de la vida de Juliana y de Jimena y Perla... dicen que infancia es destino... dibujé con las tres, las tres niñas que serán mujeres... ¿dibujarán igual una tarde? ¿Querrán dedicarse a pintar? ¿Significará para ellas lo mismo que a mi: mi vida?... no sé... lo único que estoy segura es de que las tres dibujan y disfrutan usar un pincel y tinta y enseñarme sus dibujos.
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