viernes, 24 de agosto de 2012

Para no hablarlo nunca con mi madre / José Yanés


Vieja,
Si José Martí
no hubiera escrito nada nunca
(ni siquiera a Mercado).
Si no hubiera arrastrado el hambre
y las suelas de los zapatos por América.
Si se hubiera muerto de un catarro.

Si Beny Moré
no hubiera nacido nunca,
si no hubiera echado en el aire
su Santa Isabel de las Lajas.

Si yo no me hubiera aprendido la filosofía
de la Plaza de Marianao,
si mis oídos no se hubieran enterado
que alguien podía estar en el tíbiri-tábara.
Si nadie me hubiera dicho:
-nague, yo soy la candela.

Si en este país
la gente no fuera capaz de hablar sin palabras
y fuera seria como una tranca.

Si Fidel no hubiera zafado su descarga
de La historia me absolverá,
y no se hubiera encaramado en la Sierra
y no hubiera becados
y no se hablara de dialéctica 
y Marxismo,
si tuviéramos la culpa del hambre que pasamos,
probablemente yo decidiera
irme a ese viaje contigo
(todavía quedan las palmas y el sol y el verde
siempre).
Ese viaje que no es tuyo,
que no te interesa,
que es de tu nuera y mis hermanos
que tú no inventaste
y te echas arriba
porque los sabes incapaces de ganarse el pan.

Porque tu problema, vieja, 
es buscarte siempre otro problema.
Ahora que no tenías que aguantar
a mi padre borracho
cagándose en tu madre muerta
(te acuerdas que nos teníamos que ir de la casa).

Si las cosas fueron como no son
yo me iría contigo,
tan sólo por el recuerdo grande que tengo
de aquellos dolores de barriga
que se me quitaban
cuando te veía con la maletica de arreglar
uñas,
porque el viejo no te daba ni un quilo.
Para que no te fueras asustada
de mí
que no quería trabajar en la fábrica de embutidos
y después me sorprendías
escribiendo en papelitos
cosas del amor y de los hombres.

Si no fueran como son
yo me iría contigo para ahorrarte el llanto
de noche.

Si Lezama te explicara
que la familia después de hecha se dispersa
y te decidieras a no irte a ningún sitio
y vivieras para ti los años que te quedan
no tendrías que desesperarte pensando
cómo te las vas a arreglar en ese país extraño,
del cual no sabes nada, 
empezando de nuevo a los cuarentipico.

Si fueras así,
yo no estaría llorando solo en el banco
de este parque,
no me estaría cayendo las lágrimas por la cara
abajo.

Porque no es cosa de que la familia
se va
y bueno y qué.
Es del carajo, vieja.

José Yanés 

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