Fui a la marcha del 6 de abril… marché junto con muchas personas en distintos sitios, ciudades, hasta países… y marché al lado de un grupo de ciudadana/os que hemos encontrado en twitter un espacio de convocatoria de encuentro aún viviendo en distintas ciudades. Pero honestamente yo sentí que fuimos pocos (eso sí muy gritones)
Fui y marché con personas que conozco y que no conozco y que han perdido hijos y que no los han perdido porque aún no los tienen o no los tendrán… a mi me convocó el dolor de un padre que calló su voz de poeta cuando le mataron al hijo… me convocaron también los familiares de 49 bebés que no debieron morir en un incendio que pudo evitarse de no haber sido tan omiso, tan negligente, tan corrupto ese mismo gobierno que me pide aguantar una absurda guerra que no tiene estrategia… una guerra donde, como la que decía una consigna: el pueblo pone los muertos. Marché por Marisela Escobedo, ejecutada frente a palacio de Gobierno en Chihuahua. Marché por otra poeta muerta, Susana Chávez también, porque matar una mujer en Juárez es garantía de impunidad. Marché por Brayan y Martín Almanza, dos niños asesinados por el ejército en un retén. Marché por todos esos hijos que perdieron las madres de Salvárcar, por los estudiantes en Monterrey, por una familia diezmada por su trabajo comunitario como la Familia Reyes Salazar…
Y sí marché por toda/os ellos, como decía otra tuítera (cómodamente allá en su mundo que también es el mío, el nuestro): mezclando de chile, dulce y manteca. Porque ni esos bebés, ni esas mujeres, ni esos jóvenes pudieron marchar, porque toda/os ellos han muerto junto con otros 40 mil más en este sexenio.
Marché y grite fuerte: ¡Calderón vete! porque claramente ha sido incapaz siquiera de estar ahí cuando se le ha pedido. Porque Calderón es el presidente después del contrato social que nos hace ciudadanos. Porque si no puede como le dijo otro padre herido por la muerte de su hijo: ¡si no pueden, renuncien! Y claramente no ha podido, porque al igual que dos madres (Salvárcar y GuarderiaABC) le han gritado en su cara la ineficiencia e indiferencia para con las víctimas y sólo ha atinado a bajar incómodo la mirada, porque los responsables son amigos o familiares suyos como Juan Molinar Horcasitas o la prima de su esposa: Marcia Matilde Altagracia Gómez del Campo; porque se sabe incapaz de ir a Cd Juárez sin una tremenda escolta y ejército que no tienen los habitantes allá, porque es más fácil que en su tuíter felicité a un equipo de futbol antes que siquiera dar el pésame a los familiares de las víctimas, porque la estrategia que él encabeza en “su” guerra está la de criminalizar a las víctimas.
Ahí en la plancha estuve platicando con dos compañeros. Con uno hablábamos de la necesidad de reinventarnos hasta para eso para protestar… Me tocó pintar la manta y al desplegarla me sentí, la sentí ingenua… a comparación de otras y sobre todo del grito de las consignas… sin embargo comentábamos que además de la sangre y la rabia también necesitamos imaginarnos la esperanza, imaginarnos así colores y vida en medio de tanta muerte porque lo necesitamos mucho. Y con un ejemplo mi amigo Mawicio me hizo ver como en un mismo espacio podemos dejar de ver al otro/a, cuando se acercó una señora ha hablar con Balam y hablaba y hablaba, siendo invisible para mi misma... cuando buscar un México mejor es por la niñez, pero también por la/os más desprotegidos, la/os más vulnerables...
Platicamos de que hasta en las consignas podemos ser creativos y hacer la diferencia, esa pequeña diferencia que puede hacer el cambio: ni un muerto más y alternarlo con ni una muerta más… un pequeño detalle de equidad de género que visibiliza. Así nomás…
Y platiqué con otro compañero que por su anterior trabajo, viajó por los senderos del norte, de cómo las autoridades tienen muy claro de dónde se mueve la droga, donde se siembra y de cómo detienen a inocentes para cumplir “la cuota” para informar de vez en cuando que se detuvo al “número dos” de tal o cual cártel; de cómo allá en la sierra, es más fácil sentirse seguro entre el narco que con la autoridad enfrente.
Y así estamos aguantando… sin más expectativas de cambio porque , sinceramente cada día es más difícil distinguir quien le sirve a quien: si un/a activista que resulta incómoda al gobierno es asesinada por “el narco” y luego el gobierno, lejos de haber garantizado protección deja entrever que “se dijo, se mencionó, se investiga” que colaboraba para el narco… ellos los matan haciéndole el "favor de quitárselos de encima” y el gobierno les hecha tierra acusando sin demostrar… mientras los partidos engarzados en ver como ganan más dinero y sometidos a los tiempos electorales, a las cuotas, a su propio negocio que evidentemente no es su compromiso y deber como representantes de nosotra/os.
Honestamente pensé que el Zócalo se desbordaría del mismo hartazgo, del mismo miedo que mueve a gritar: ¡Basta! ¡No más sangre! Pero no… y no fue por su trabajo o por hacer presencia de otro modo, porque los hubo quienes hicieron a su manera evidente su presencia en corazón, en apoyo, en ánimo.
No fueron porque sencillamente seguimos siendo demasiados los que todavía aguantamos más muertos, más corrupción, más impunidad antes de salir a las calles y derramarse entre ellas para exigir que hagan su trabajo o de una vez que se vayan.
¡aguantadora/es pues!
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